17/2/07

Un Email - A.Z.F.


Me acuerdo de la primera vez que hablé contigo. Escuché tu voz y me sonó tan extraña... Yo siempre me la había imaginado de otra manera, más dulce, menos firme. Pero te diré, que aún así, me gustó. Me acuerdo de cuándo nos compramos Julia y yo el ordenador. Yo no quería, y menos por lo de la internet, pero Julia había insistido tanto.... Una amiga suya gallega se pasaba el día conectada, y por eso, tenía la suerte de conocer a gente de otros países, otros mundos... y así lo argumentaba mi mujer. Los primeros dos meses, cuándo volvía del trabajo, ella me contaba los pormenores de sus amigos internautas, cuándo yo sólo veía una máquina, incapaz de transmitir nada, salvo mentiras. ¿Qué sabes tú de esas gentes? ¿Cómo sabes que no te mienten? Así mi escepticismo se mantuvo hasta que comenzó a ser abatido por una creciente curiosidad. A los dos meses de comprarnos el ordenador, Julia se tuvo que marchar unos días... Yo me aburría... No sabía como matar tantas horas que caían como plomo en las tardes de Madrid. Una de esas tardes, al volver de trabajar encendí el ordenador. Guiado más por mi instinto que por cualquier otra cosa, me conecté a la red. En una página a la que no sabía como había llegado aparecía la palabra “chat”. Me acordé que allí era dónde iba Julia, dónde hablaba con esa gente, así que me metí. Y ya sabes que fui tan iluso como para ponerme mi nombre real. Nick: Raúl. Y allí dentro, se abrió una ventanita, y de repente apareciste tú.Así fue como entraste en mi vida. Ahora no te quieres marchar. Yo no creo que pueda pasar una noche sin encontrarme aquí contigo. Llevamos así un año. Nos hemos llamado, hablamos de todo, y hasta el amor hemos hecho. Cuándo miro las fotos aquellas que me mandaste, me pareces preciosa. ¿Qué sientes tú cuándo miras las que te mande? Espero en el trabajo, impaciente, la hora de salida, para llegar a casa y estar junto a ti. Me encierro en la habitación. Mi mujer apenas me habla. Yo me pongo nervioso y mascullo “venga, venga” entre dientes, mientras tarda en conectarse el ordenador. Así pasan los días, y entre tú y yo no ha habido besos, aunque los dos nos deseamos. Vivimos en el mismo país y no hemos tenido una mísera oportunidad para encontrarnos. Es verdad que yo no quería serle infiel a mi esposa, pero no puedo dejar de pensar en ti. Sé que no debo, maldita sea, más no puedo evitarlo.La tentación cada día llama más fuerte a mi puerta. Tus exigencias se van haciendo más persistentes. Tenemos que vernos, sino, nunca lo sabremos, nunca sabremos si nos gustamos en persona, si podemos soportar los malos hábitos. Pero yo sigo pensando y diciendo que no aguanto ni un solo día más sin ti. Hace un momento, cuándo he llegado a casa, Julia me ha dicho que quiere que nos separemos, y que debe ser rápido, repitiendo, como siempre lo que decía a su abuela: al mal paso darle prisa. El viernes firmo los papeles. El sábado por la mañana, en el tren de la una, espérame, que será como te dije, en cuanto llegue a Valladolid.

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